Tinkerbell

Recorrimos caminos del alba,
con las llantas apenas rozando la calle.
El raudo compás de un tango brutal
fue banda sonora
y guía el ringtone de Nirvana;
el día que acompañé a Campanita
a repartir polvo de hada.

Cuatro Plumas

El lento discurrir del tiempo,
en la noche insomne,
se marca con volutas de humo
en fantasmal viaje hacia la nada,
al negro absoluto que comienza
a unos palmos de mi cara.
Nunca temí la angustia de las horas boca arriba
esa que se apaga con pastillas,
-para no soñar diría Sabina-
No, es el aburrimiento lo que me fastidia,
el hecho de haber contado
- con la luz encendida-
los veintitrés cuadros de la marquesina
de leer ya dos veces la enciclopedia ajada;
de escuchar los mismos discos,
los mismos gatos taciturnos
-con la luz apagada-
y es a él, al aburrimiento,
al que achaco mi abuso del espíritu neutro de caña
pues, para efectos de sueño,
son más cuatro plumas en la cabeza de un indio
que quien sabe cuantas en alas de águila.
Y se juntan menos botellas alrededor de la cama
-son un problema con la luz apagada- .